jueves, 18 de julio de 2013

QUINTO OBJETIVO HISTORICO



QUINTO OBJETIVO HISTORICO
“Contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana”

Proponer un objetivo histórico del Plan de la Patria (propuesta programática del Comandante Hugo Chávez para el periodo 2013-2019), dirigido a “contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana” , le otorga un rango y una importancia esencial a la problemática ambiental, como variable fundamental en la política del Estado venezolano.
En esencia, el objetivo histórico se plantea evidenciar el carácter antagónico del TIPO DE RELACIÓN SER HUMANO-NATURALEZA que se propugna desde los modelos (SOCIALISMO VS. CAPITALISMO).
Cabe señalar que se asume como un objetivo histórico, en la medida en que constituye una condición vital para el desarrollo de cualquier propuesta emancipadora y humanista.
En el contexto actual (signado por una crisis sistémica, que se ha agudizado por la crisis ecológica a escala global), no se puede concebir un proyecto revolucionario sin situar el problema ecológico-ambiental como una prioridad, como un asunto de vida o muerte, para hablar sin eufemismos. La relevancia de postular al debate nacional la cuestión ambiental (e incluso al debate global: por la significación geopolítica de Venezuela en el escenario económico mundial), radica en la necesidad de conocer la naturaleza y la magnitud del problema. La intención es impulsar desde la fuerza moral y política de la revolución bolivariana, un gran debate en todas las instancias, con la finalidad de concienciar respecto a la gravedad de la problemática ambiental y sobre la urgencia de explicar (para transformar) los factores subjetivos-objetivos que le producen y reproducen en todas las escalas.
En primer término, se trata de poner en evidencia la crisis orgánica-sistémica-estructural referida anteriormente. A partir de una visión de totalidad se plantea el reconocimiento de la relación dialéctica entre las expresiones más significativas de la crisis actual (política-económica-ambiental), las cuales se analizan por separado solo con fines explicativos, pues en la realidad están asociadas y trasversalizadas por la crisis social dada a partir de la contradicción capital-trabajo, por la ley del valory por la lógica de relaciones sociales de producción-distribución-consumo subordinadas a la lógica del capital:
En primer lugar, en el contexto actual, sobresale la crisis política, como indicador de la carencia de legitimidad del orden sociopolítico inherente a la democracia representativa y al Estado burgués (paradigma de forma de gobierno dominante desde la hegemonía de la modernidad como proyecto civilizatorio), se trata de una crisis orgánica que torna insostenible la relación entre el Estado y el orden social mencionado (Gramsci, 1999). Esta crisis ha emergido en diversos escenarios históricos-políticos y mediante formas muy variadas durante los últimos dos siglos.
Sin embargo, llama la atención que en la actualidad se advierte más aguda en Europa (tal como sucedió en momentos de agudización de la crisis económica), y con mayor intensidad en países cuya historia social-política estuvo mediada por el
ascenso violento de regímenes de signo fascista en escenarios muy favorables al movimiento socialista (con apoyo abierto de los países de occidente más industrializados y con mayor capacidad de influencia en cada contexto: donde destacan los E.E.U.U y Alemania), tal es el caso de Italia (1921), España (1936) y Grecia (1967). En segundo lugar y en relación orgánica con la crisis política, se encuentra la crisis económica. Las evidencias empíricas durante las últimas dos décadas, confirman el signo estructural de la crisis del capital (Mézsáros, 2009). Atrás han quedado las hipótesis que sostenían el triunfo del capitalismo como sistema social, e incluso, aquellas que definían a las crisis como reflujos coyunturales y cíclicos, que supuestamente tendían a ser superados de manera paulatina por la dinámica metabólica del sistema capitalista, pues las repercusiones de la crisis económica (de naturaleza financiero-especulativa) han dado al traste con los modelos explicativos burgueses y han explicitado el signo permanente-estructural de la misma.
La agudización de la crisis económica ha desmitificado las teorías burguesas-imperialistas, al punto que ese observa en pleno desarrollo su localización en formaciones sociales con elevados niveles de industrialización, a partir de lo cual se ha producido la pauperización de las condiciones de vida de las clases asalariadas (lo que se traduce en la pérdida de reivindicaciones históricas de la clase trabajadora y de logros paradigmáticos del Estado de bienestar).
Por supuesto, tal situación ha derivado en una profundización de la crisis política, y en el cuestionamiento de la población al sistema capitalista y al Estado burgués como estructuras al servicio del orden social dominante. En la medida en que empeoran las condiciones materiales se hacen visibles los mecanismos de explotación de la gran mayoría de la población sobre la base de la apropiación de riqueza y renta por parte de una minoría. En la medida en que se dificultan las posibilidades de satisfacción de necesidades, incluyendo aquellas necesidades superfluas que el propio sistema se encargó de posicionar en la psique colectiva, en el marco de un modo de producción-distribución-consumo que se sustenta en la enajenación y cosificación del ser humano y en la depredación e instrumentalización dela naturaleza y sus recursos, la ciudadanía se torna más consciente de la urgencia de transformar el orden social.
Dicho cuestionamiento se torna más abierto en la medida en que se conocen las alteraciones ecológicas-ambientales que está experimentando el planeta, sobre la base del modelo de relación sociedad-naturaleza antropocéntrica (que considera al ser humano como el centro del universo, con la particularidad de que el ser humano que goza de tal rango debe ser: hombre, blanco-europeo y judeocristiano), de un modelo que ignora el carácter finito del planeta y sus recursos (por su voracidad económica), un modelo que se funda en la instrumentalización de la naturaleza a la cual pertenece, lógica en el cual la naturaleza y sus recursos se consideran una fuerza productiva, un bien, un servicio, UNA MERCANCÍA (es decir: un medio para la reproducción del capital y para la apropiación-acumulación).
Como se mencionó anteriormente, dicho modelo es la raíz estructural de los cambios que está sufriendo el planeta. En cuanto al modo de producir, es un hecho comprobado que se ha desatado un cambio climático a escala global a partir de la acumulación de gases de invernadero en nuestra atmósfera, y que los mismos son originados por la quema de combustibles fósiles (medio energético posicionado tecnológica y comercialmente de acuerdo con intereses muy específicos: los de E.E.U.U. y su dominio tecnológico a partir del desarrollo de fuerzas productivas alcanzado en dicho país en el contexto de la segunda evolución industrial). Dicho cambio climático es el principal responsable de la alteración de los ciclos biológicos-geográficos-químicos del planeta (entendido como un sistema) y por ende de múltiples y muy negativos desequilibrios ecológicos (que generan problemas agudos para la producción de alimentos: por degradación del suelo, por sequías o inundaciones, entre otros).
De igual manera, la lógica reproductiva y competitiva del capital tiende a imponer una producción de mercancías a gran escala y por ende la exigencia de llevar a cabo una ampliación territorial-demográfica de los mercados, por lo cual se produce bajo un régimen dirigido a expandirla capacidad productiva (es decir de aumentar la potencia para producir y vender mercancías, independientemente que representen o no, un medio para la satisfacción de necesidades). Para tal efecto, el sistema cuenta con sus aparatos ideológicos, los cuales cumplen un papel de gran relevancia: poruna parte justifican ideológicamente el orden social, político y económico, y por otra parte son la instancia que induce al consumo irracional a la población.
Por otra parte, la mundialización del capital (globalización bajo la égida de los E.E.U.U.), ha generado un flujo de mercancías que exige unos elevados costos de transporte (desde el punto de vista económico-tecnológico y primordialmente ecológico). Las redes de producción-distribución-consumo de la actualidad constituyen un factor que agudiza la emisión de gases de invernadero y propicia la explotación irracional y depredadora de los recursos naturales (localizados primordialmente en el denominado tercer mundo). 

Yadira Coromoto Zerpa Vielma

No hay comentarios:

Publicar un comentario