jueves, 18 de julio de 2013

EL GERENTE VENEZOLANO



EL GERENTE VENEZOLANO

En Venezuela, la gerencia pública y la gerencia privada han sido dirigidas por gerentes con poco conocimiento de la administración, avalado por lo aprendido de una manera empírica, en muchas ocasiones sin haber pasado por una formación formal universitaria. Alimentándose de la experiencia, y desde luego debidamente amparados por ser miembros de la familia de los dueños, y en el caso de la pública por relaciones de poder.
Podemos resaltar que los venezolanos tienen su forma cultural y espontánea de trabajar, dirigir y organizarse, y justamente, esta forma mantiene una relación de armonía con las creencias que sirven de base al sistema local de valores.
Sin embargo, partiendo de los rasgos sociales dominantes, se puede construir un perfil del gerente venezolano "natural" que no viene a ser otra cosa que la descripción del estilo de liderazgo preferido por el habitante promedio de estas tierras. Puesto que al desempeñarse como dirigente el venezolano:
  • Demora hasta el último minuto las decisiones, sobre todas las complejas, difíciles o impopulares; acto seguido se muestra muy impaciente. El tiempo es controlable.
  • Forma clanes; selecciona sus afines. Entre el pana y el más competente, el gerente vernáculo, con mucha frecuencia se decide por el primero.
  • Tiende a ser autoritario, controlador y centralizador. Su motivación y ansias de poder no se siente a gusto con la delegación de funciones.
  • Quiere imperios, tanto horizontales como verticales. La necesidad social más importante es también la recompensa más buscada.
  • Se rodea de estructura y burocracia. La estructura brinda una sensación de seguridad; la burocracia protege y acompaña.
  • Es excesivamente operativo. Se inmiscuye en las operaciones y descuida las estrategias. Por una parte, su afán de controlar lo lleva a involucrarse en todo; por otra parte, las operaciones, por sus características específicas, son la actividad ideal para conseguir recompensas inmediatas.
  • Es territorial. Protege su departamento o su sección de las influencias externas, cela a sus subordinados y no comparte información con sus pares. Su motivación de poder se opone a la necesidad de apertura.
  • Tiende a repetir el pasado. Resiste el cambio. El futuro es riesgoso, el cambio también.
  • Su enfoque de planificación es intuitivo e informal. Cuando diseña estrategias, tiende a contaminarlas con expectativas irreales.
  • Desconoce los errores, busca culpables y resiente la crítica. Su externalidad le impide aceptar equivocaciones; como persona única, no resiste la crítica.
  • Busca lo espectacular; se aburre con lo incrementar. Persiste poco. Trata de obtener resultados con unos cuantos golpes gloriosos, y de un día para otro.
  • Su lealtad y su identificación se concentran en las personas. La organización, la empresa o el ministerio no son sino representaciones de los individuos que las dirigen. Es solidario con su gente. La institución no es fuente de motivación.
Es necesario contar con una gerencia más preparada, identificada con los nuevos paradigmas administrativos, con nuevos conocimientos y en donde las escuelas de Administración deben estar comprometidas en la formación de excelentes licenciados en Administración de acuerdo a lo que el escenario mundial y nacional requiere de acuerdo a los requerimientos que la Sociedad del Conocimiento demanda, un perfil del administrador idóneo a lo que el escenario actual requiere.
Están dadas las grandes oportunidades para enfrentar a estos escenarios si los administradores se identifican plenamente con su ejercicio profesional, sabiendo interpretar los que hoy se requiere y establecer las acciones correctivas que permitan generar los cambios que se necesitan para encausarse hacia el éxito. 

                                                                                            Yadira Coromoto Zerpa Vielma

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